El reciclaje electrónico, también conocido como gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), ha dejado de ser una práctica meramente ambiental para convertirse en una estrategia empresarial rentable. México genera entre 1.2 y1.5 millones de toneladas de residuos electrónicos al año, pero solo entre 4% y 10% se recicla adecuadamente, de acuerdo con el estudio “Economía circular de residuos electrónicos en México: Alianzas y regulaciones para la sostenibilidad ambiental”. Este escenario representa una oportunidad para las empresas:reducir costos operativos, cumplir con normativas y mostrar un mayor compromiso con la responsabilidad social.
La conexión entre sostenibilidad y rentabilidad es clara: al integrar la economía circular en la gestión de RAEE, las empresas no solo disminuyen su impacto ambiental, sino que también optimizan recursos y acceden a beneficios fiscales. Y de paso, estas acciones mejoran la imagen corporativa de las organizaciones.
El almacenamiento prolongado de equipos obsoletos implica gastos en espacio y riesgos de sanciones. Empresas que implementan programas internos de reciclaje han logrado reducir hasta 85% del espacio ocupado por RAEE, evitando multas y liberando áreas para operaciones productivas, reporta la consultora Cycloliving.
Según datos de la Secretaría del Medio Ambiente capitalina (SEDEMA), 65% del peso de los RAEE corresponde a metales como cobre, aluminio, hierro y metales preciosos (oro y plata). El valor económico potencial de estos materiales en México se estima en 1,300 millones de dólares si se recuperan adecuadamente. Esto significa que el reciclaje no solo evita costos, sino que puede generar ingresos adicionales.
La NOM-161-SEMARNAT-2011 establece lineamientos para la gestión adecuada de residuos electrónicos. Cumplir con esta norma evita sanciones y mejora la trazabilidad, lo que se traduce en seguridad jurídica y reputacional, de acuerdo con el estudio “Economía circular de residuos electrónicos en México: Alianzas y regulaciones para la sostenibilidad ambiental”.
Los incentivos fiscales para el reciclaje electrónico en México representan una ventaja competitiva para las empresas. Programas como los Polos de Desarrollo de Economía Circular (PODECIBI) permiten deducir en Impuesto sobre la renta (ISR) del 5% e Impuesto del valor agregado (IVA) del 16%, así como facilidades administrativas para operaciones con recicladores.
Además, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) también ofrece esquemas simplificados, como retención reducida y autofacturación, lo que disminuye la carga tributaria y fomenta la formalización de estas prácticas. Estas medidas no solo reducen costos, sino que impulsan la adopción de modelos sostenibles alineados con la normativa ambiental.
Además, el Programa de Prevención y Gestión Integral de Residuos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) ofrece subsidios para infraestructura y manejo eficiente de residuos.
Las empresas que adoptan prácticas de reciclaje electrónico fortalecen su responsabilidad social, mejoran su reputación ante clientes y socios, y cumplen con estándares ESG (Medioambiental, Social y de Gobernanza, por sus siglas en inglés), lo que incrementa su competitividad en mercados internacionales.
Algunos ejemplos de empresas que han tenido éxito en el reciclaje de residuos son:
En esa línea, las empresas que implementan reciclaje pueden deducir hasta el 70% de compras de desperdicios bajo ciertas condiciones fiscales, lo que representa ahorros significativos. Además, el mercado de reciclaje electrónico en México alcanzó 727 millones de dólares en 2024 y se proyecta que crecerá a 1,296 millones en 2033, reflejando su potencial económico.
El reciclaje electrónico no es solo una obligación ambiental, sino una herramienta estratégica para reducir costos, generar ingresos y fortalecer la reputación corporativa. Integrar esta práctica en la operación empresarial es una inversión inteligente que contribuye a la sostenibilidad y la competitividad.
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